lunes, 15 de diciembre de 2014

Noche de Paz-


Noche de Paz

Poco falta para que ese particular momento del año llegue a nosotros. Abundante de aromas prepara su colorido paisaje. Mientras las horas pasan y se hacen cercanas en  el firmamento de esta última etapa de diciembre, por allí están ellos, correteando alrededor de la mesa, de impecable peinado, pantalones cortos, zapatos recién lustrados. Y ellas, vestidos recién planchados, cintas en el pelo.
Hay un perfume en el aire, aire de Navidad. Y también de año nuevo. Ellos y ellas, aún niños nada saben del paso del tiempo, lo disparan a pisotones y risas.
Allá, en el extremo de esa mesa enorme donde abundan confites, pan dulce y avellanas, está el abuelo, sonriente, que sostiene en su regazo a la más pequeña de la familia y los mira pasar de reojo mientras con dos dedos se peina el bigote. La abuela –peinada por las hijas y estrenando un colorido batón- va y viene de la cocina, las otras mujeres la acompañan y la ayudan contentas. Junto a ella reparten servilletas de tela perfectamente dobladas, mas vasos, algún cubierto, mas fruta abrillantada, y también maní con chocolate en los platos. Los hombres se acercan a la mesa, uno se apresta a destapar una botella de sidra.. Los más jóvenes –algunos de ellos- esconden el humo del primer cigarrillo.
En la simpleza del hogar, pronto se escucharán las campanadas, o alguien pedirá silencio para escuchar a cierto locutor que desde un enorme aparato de radio, comienza a contar los segundos para la llegada del nuevo año. Transcurre el tiempo feliz en que uno es feliz sin saberlo, no solo por el árbol a cuyos pies se detuvo Papá Noel y ante el que nos sacamos montones de fotos, no, no solo por la infinitud de la niñez, la plenitud de la adolescencia, sino porque en esa imagen donde la pobreza, la lejanía y la tristeza son algo lejano que nunca nos llegará, están todos.
Uno se da cuenta –ahora nos damos cuenta- que las sillas estaban todas ocupadas, no había lugares vacíos. Hoy, en estos días donde precisamente aquellos se hacen mas presentes que nunca, diciembre tiene otro sentido, que no es ni mejor, ni peor, ni mas ni menos profundo. Hoy, este diciembre, en el pequeño lugar del mundo donde este hombre común se ha detenido, entendemos finalmente que aquellas y aquellos han vuelto a ocupar su lugar en la mesa, caminan a nuestro lado, alzarán una copa y sonreirán con la llegada del nuevo día contando… nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…
Danilo Perez
daniloperezpp@gmail.com

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