miércoles, 14 de octubre de 2015

Escritos al paso: Reunión de economistas



Reunión de economistas

Se desvelaba persiguiendo fórmulas matemáticas, y no le gustaba perder a nada, así era Elías Solari.
 Capaz de acalambrarse el brazo hurgando en las bibliotecas del barrio buscando definiciones honrosas para alguna palabra rara que había escuchado.
 Su inocente capacidad de curiosear se mezclaba con otra, no menos íntegra: era coleccionista de frases célebres, lo que le daba la capacidad de hilvanar una conversación entera con voz de erudito.
  Dicen que un día, en medio de una acalorada discusión sobre el resultado de un torneo de balero acontecido varios años atrás, el tipo pidió silencio para argumentar su triunfo. Cuando todos los oídos estuvieron pendientes, largó: “los fractales no mienten”. Pero como se sabe, las verdades expresadas inadecuadamente no llegan a entenderse y hasta generan repulsión. Así que Elías se fue en medio de un coro de burlas y enérgicas risotadas.
 Acaso por cierta inteligencia innata o simplemente porque se obsesionó al saberse incomprendido, desde aquel día leyó atropelladamente cuanto encontró sobre los fractales.
  Memorizó entonces que se llama fractal al objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o irregular, se repite a distintas escalas.
 La avidez por la lectura lo había obligado a usar gruesos anteojos desde muy corta edad, eso, su apariencia desvencijada, la despeinada cabeza, la costumbre de hablar a los gritos, lo llevaron a entrometerse en cierto restaurant en el cual, en vísperas de elecciones, disertaban hombres de economía.
   A nadie le llamó la atención que el tipo se arrimara al mostrador, donde pronto lo confundieron con uno de ellos y lo invitaron a compartir ideas sobre economía y política de los próximos años.
   Elías agradeció el convite y ante la asombrada mirada de los excelsos sujetos algo pasados de copas, se subió a una mesa y dijo: “Es sencillo, los fractales no mienten”.
   Todos dejaron de hablar y apenas se escuchaban las sillas acomodándose, tal vez esperando que abundara sobre la cuestión. Entonces se le escuchó otra definición: “En casa de herrero, cuchillo de palo”.
  Hubo una pausa incómoda. Dos que se dieron por aludidos comprendieron la ironía y escondieron una risita burlona. “Diez gallinas, veinte patas”, pareció enardecerse Elías. Y, ya con el rostro enrojecido, les gritó con toda la fuerza: “La única verdad es la realidad”.
  Ahí sí, a las risas se sumaron los insultos  y también los empujones.
   Volaron sillas, vasos y botellas, una fue a dar en el espejo detrás del mostrador y derribó ruidosamente el estante lleno de bebidas.
   La trifulca duró un par de horas, hasta que  llegó la policía y los que no pudieron escapar, fueron llevados a la comisaría.
    Mientras se les disipaba el alcohol de la cabeza, se acomodaron la corbata los detenidos, sentados en un banco largo. “Éste es el que empezó todo”, dijo uno de ellos señalando a Elías.
  “Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o irregular, se repite a diferentes escalas. El término fue propuesto por el matemático Benoit Mandelbrot en 1975 y deriva del latín fractus, que significa quebrado o fracturado”, dijo Elías con tono mecánico.
  El que estaba al lado le aplicó un trompazo en plena nariz y lo tiró al piso. Cuando estaba agarrándole el cuello vino un uniformado y los separó.
  Elías desde el piso, casi sin aire, dijo “toda patada en el c… te impulsa hacia adelante”.
 Tal vez fue que entendió mal el mensaje, la cuestión es que el policía lo levantó de un patadón en el aire y lo sentó de nuevo en el banco.  
 Dicen que entonces, antes de ligar una nueva trompada, Elías, se enderezó como pudo, tragó saliva y dijo sonriendo: “los fractales no mienten, para muestra basta un botón”.

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