jueves, 30 de junio de 2016

En memoria de los curas palotinos asesinados

Los religiosos palotinos, asesinados hace 40 años durante la dictadura militar, serán recordados el próximo 4 de julio a las 20 en la Iglesia de San Patricio, sita en Echeverría 3900, Ciudad de Buenos Aires. La ceremonia será presidida por el Cardenal Primado de la Argentina Mons. Mario Aurelio Poli.
Se trata de los Padres Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfredo Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, asesinados en la misma parroquia el 4 de julio de 1976, en la denominada "Masacre de los Palotinos". 
La matanza fue cometida en el `76 poco después de que
el padre Kelly denunciara desde el púlpito que estaban haciendo remates de los bienes robados a los desaparecidos y que feligreses de su iglesia habían participado de ellos. La homilía quedó en la memoria como "el sermón de las cucarachas", calificativo que Kelly usó para describir a aquellos que ya no podía seguir llamando "ovejas de su rebaño".
El 4 de julio de 1976 hubo testigos que vieron un Peugeot negro estacionado frente a la parroquia, con cuatro hombres en su interior. A la mañana siguiente, a la hora de la primera misa, un grupo de fieles esperaba frente a la puerta de la iglesia que se encontraba cerrada. Fernando Savino, el joven organista de la parroquia, decidió entrar por la ventana y encontró en el primer piso los cuerpos acribillados de los cinco religiosos, boca abajo y alineados, en un enorme charco de sangre, sobre una alfombra roja.
Los asesinos escribieron con tiza en una puerta la frase "Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal, Venceremos, Viva la Patria" y también sobre una alfombra, "Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M". Sobre el cuerpo del seminarista Barbeito, los asesinos pusieron un dibujo de una historieta de Quino, tomado de una de las habitaciones contiguas, en el que Mafalda aparece señalando el bastón de un policía diciendo: "Este es el famoso palito de abollar ideologías". Con motivo del aniversario, el año pasado también se realizó un homenaje al fallecido periodista Eduardo Kimel, quien impulsó la eliminación de las calumnias e injurias a partir de su condena por investigar esta masacre que lo llevó a publicar la obra "La Masacre de San Patricio". 
El papa Francisco, siendo Cardenal y Arzobispo de Buenos Aires, el 4 de Julio de 2001había expresado: “Esta parroquia ha sido ungida por el testimonio de quienes juntos vivieron y juntos murieron. Por el testimonio de aquellos que quisieron no vivir para sí, quisieron ser grano de trigo y murieron para que otros tuvieran vida. No sólo se ungió el altar en aceite cuando se consagró esta parroquia. Las baldosas de este solar están ungidas con la sangre de aquellos a quienes el mundo no pudo reconocer porque no eran del mundo." 

Camino del Martirio

La comunidad está invitada a realizar una caminata espiritual que recorrerá una parte de la ciudad de Buenos Aires, en conmemoración por el 40 aniversario del Asesinato de los PP. Palotinos Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfredo Kelly y los seminaristas, Salvador Barbeito Doval y Emilio Barletti. El mismo se llevará a cabo el próximo domingo 3 de julio por la tarde y noche, a partir de las 17 partiendo desde la Capilla Stella Maris, espacio Patrick Rice de la ex-ESMA (Av. del Libertador al 8100). 

DECLARACIÓN DE LA COMUNIDAD PALOTINA

El próximo cuatro de julio se cumplirán 40 años del atentado más violento que sufrió la Iglesia Argentina en toda su historia: Cinco consagrados a Dios fueron asesinados en la parroquia San Patricio de la arquidiócesis de Buenos Aires; los Padres Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfie Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, todos ellos miembros de la Sociedad del Apostolado Católico (Padres y Hermanos palotinos).
El crimen se produce en el período más oscuro de nuestra historia, Argentina vivía una escalada de violencia que culminó en el terrorismo de estado, protagonistas de crímenes de diversa índole, entre ellos la tortura, el asesinato, la desaparición de personas y el secuestro de niños (Mensaje de la Comisión Permanente del Episcopado Argentino al cumplirse 40 años de la ruptura del orden constitucional). Unos días antes del trágico acontecimiento, ellos se preguntaron cuál tenía que ser la conducta a seguir ante todo lo que venía sucediendo; debían callar o seguir anunciando la Palabra que proclama la dignidad de toda vida humana. La repuesta fue: tenemos que obedecer a Dios antes que a los poderes de este mundo. Anunciar el valor de la vida en medio de tanta muerte hizo de sus vidas, vidas testimonialmente proféticas. En este testimonio profético fueron fieles a su compromiso de consagración a Dios. El Papa Francisco nos recuerda que la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía… un religioso nunca debe renunciar a la profecía (Carta de convocatoria al Año de la Vida Consagrada).
Juntos vivieron y juntos murieron. Fue un atentado a una comunidad comprometida en el anuncio del Evangelio. El compromiso de fe los llevó a defender el valor de toda vida y promover los valores evangélicos de la justicia, de la paz y del compromiso con los indefensos de la humanidad.
Cinco personas muy diferentes entre sí, con diversas miradas de la realidad, pero unidas en el mismo anhelo de fidelidad a la Verdad. Sus historias y sus edades eran muy diversas pero los cinco se apasionaron, movidos por el carisma heredado de San Vicente Pallotti, a anunciar la Palabra de Dios que da a cada uno un lugar en la Iglesia y en el mundo. Gastaron su vida en la misión Evangelizadora que siempre es transformadora de la realidad.
Como comunidad Palotina y como Iglesia queremos hacer una memoria agradecida por todo lo que hemos recibido de Dios a través de cada uno de ellos. Resuenan en nuestros corazones innumerables palabras, gestos, actitudes, opciones que nos ayudaron a encaminar nuestras vidas por la senda del bien y la verdad. Hacer memoria agradecida por su sangre derramada. Ella es hoy para nosotros testimonio vivo de una fe en Jesucristo, comprometido con la humanidad y su historia.
Queremos también, asumir el testimonio de sus vidas y la elocuente entrega al pueblo de Dios como una luz que ilumina hoy el sentido último de nuestras propias vidas. Ellos son hoy, para todos nosotros luz y vida.
Queremos buscar la verdad y la justicia frente a lo sucedido. Esa justicia que brota de un corazón sanado y redimido y que siempre busca el bien hasta de aquellos que nos hicieron mal. Esa verdad que nos hace libre y nos permite construir una sociedad automáticamente reconciliada. Verdad y justicia que no se oponen al perdón. Sin esta dimensión de perdón, no seremos fieles a ellos. Tampoco lo seremos si nos hacemos cómplices de la impunidad.

Queremos recordad en este 40º aniversario, lo que nos decía el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge M. Bergoglio, hoy Papa Francisco, en la homilía de la misa del 25º aniversario: Esta Parroquia ungida por la decisión de quienes juntos vivieron, ungida por la sangre de quienes juntos murieron, nos dice algo a esta ciudad, algo que cada uno tiene que recoger en su corazón y hacerse cargo. Despejar etiquetas y mirar el testimonio. Hay gentes que sigue siendo testigo del Evangelio, hay gente que fue grano de trigo, dio su vida y germinó. Yo soy testigo, porque lo acompañé en la dirección espiritual y en la confesión hasta su muerte de lo que era la vida de Alfie Kelly; Sólo pensaba en Dios. Y lo nombro a él porque soy testigo de su corazón, y en él a todos los demás. Simplemente ruego para tener la gracia de la memoria, que nos haga agachar la cabeza y pedir perdón, usando las palabras de Jesús “porque no saben lo que hacen”, por quienes desgarraron esta ciudad con este hecho. Pedir perdón por cada uno de nosotros cuando queremos que el mundo nos reconozca como de él y no pagar el precio que hay que pagar cuando el mundo no nos reconoce. Y quiero dar gracias a Dios porque todavía hoy, en medio de una ciudad turbulenta, llena de vida, de ansiedad, llena de fuerza, llena de esperanza, llena de problemas, llena de trabajo, quiso darnos una señal. Hay gente que todavía quiere vivir no para sí. Y el Señor permite que haya gente que en esa coherencia muera no para sí, sino para dar vida a otro.


Del diario personal de Kelly, página escrita el 1ª de julio de 1976

"He tenido una de las más profundas experiencias en la oración. Durante la mañana me di cuenta de la gravedad de la calumnia que está circulando acerca de mí. A lo largo del día he estado percibiendo el peligro en que está mi vida. Por la noche he orado intensamente, al finalizar no he sabido mucho más. Creo sí que he estado más calmo y tranquilo frente a la posibilidad de la muerte. Lloré mucho, pero lloré suplicando al Señor que la riqueza de su gracia que me ha dado para vivir acompañara a aquellos a quienes he tratado de amar, recordé también a los que han recibido gracias a través de mi intercesión, lloré mucho por tener que dejarlos. Nunca he dudado que fue Él quien me concedió la gracia y tampoco que no soy indispensable, aunque tengo mucho que decirles aún, sé que el Espíritu Santo se los dirá... Y mi muerte física será como la de Cristo un instrumento misterioso, el mismo Espíritu irá a algunos de sus hijos, pedí para que fuese a Jorge y a Emilio, para los que me odian, para los que recibieron a través de mí, para el florecimiento de las vocaciones, para crear hombres dentro de la sociedad que sean necesarios, los que Él desea. Me di cuenta entre mis lágrimas de que estoy muy apegado a la vida, que mi vida y mi muerte, su entrega, tiene por designio amoroso de Dios, mucho valor. En resumen: que entrego mi vida, vivo o muerto al Señor, pero que en cuanto pueda tengo que luchar por conservarla. Que seré llamado por el Padre en la hora y modo que Él quiera y no cuando yo u otros lo quieran. Ahora, justo en este momento estoy indiferente, me siento feliz de una manera indescriptible. Ojalá que esto sea leído, servirá para que otros descubran también la riqueza del amor de Cristo y se comprometan con Él y sus hermanos, cuando Él quiera que se lea. No pertenezco ya a mi mismo porque he descubierto a quien estoy obligado a pertenecer. Gracias Señor".

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