Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán.
La Basílica de Letrán, madre y cabeza de todas las iglesias, es la catedral propia del Papa. Fue levantada en el monte Celio, en el mismo lugar donde Fausta, esposa del emperador Constantino, tenía sus palacios "Ilaterani". El emperador se la dio al papa San Silvestre el 9 de noviembre del año 324, quien le dio el nombre de Basílica del Salvador, siendo ésta la primera consagración pública de una iglesia. En el siglo XII, el papa Lucio II la dedicó a San Juan Bautista, por eso hoy se llama con el título de San Juan de Letrán. En sus naves se desarrollaron cinco concilios ecuménicos.
San Agripino, obispo.
Vivió a fines del siglo III. Una publicación del siglo IX, que da la nómina de los obispos de Nápoles, dice de Agripino: “Obispo, patriota, defensor de la ciudad, acrecentó el rebaño de los que creen en el Señor y los reunió en el seno de la santa madre Iglesia. Durante los siglos IX y X, muchos autores consignaron el relato de los milagros obtenidos por la intercesión de San Agripino, quien en la actualidad es casi tan famoso como San Genaro.
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